
07 Sep Cuerpo de Mujer – Espejo de nuestro estado psico-sexual-emocional
¿Tienes la percepción de que ya tu piel no reacciona a las caricias como antes?
¿Sientes que tienes que estimular tu clítoris de forma más enérgica o durante más tiempo para llegar al orgasmo?
¿Eres capaz de sentir placer en tus relaciones sexuales con la penetración?
Nuestro cuerpo es nuestro hogar, un templo sagrado dado desde el mismo momento del nacimiento. Sin embargo es el hábitat más obviado y menos cuidado a la hora de abrirnos al placer en el área que sea de nuestra vida.
Todo lo que vivimos acontece en el territorio del cuerpo. Cuando salimos de nuestro espacio de seguridad habitamos nuestro cuerpo como un territorio desde el conflicto, donde se dan el desencuentro de las diferentes partes que nos conforman causándonos malestar y desadaptación en forma de labilidad emocional, tristeza, ansiedad, apatía, insomnio y toda una serie de síntomas que reflejan el grado de amenaza que sentimos en nosotras y sobre nuestra vida.
Son muchos los motivos por los cuales nuestro cuerpo adolece, enferma y nos cerramos a las experiencias. Esto nos lleva a insensibilizarnos. Lo que quizás no sabías es que esta insensibilización es progresiva de tal forma que vamos normalizando ciertos estados corporales como realidades “de la edad” o de algún ciclo vital.
¿Has escuchado la expresión “tienes la piel muy fina” o “voy por el mundo con una coraza”?
Son expresiones que hacen alusión directa a lo emocional desde una metáfora que pone la mirada en nuestra piel. Hay una relación directa entre las emociones y nuestra piel.
La piel es el emuntorio más grande del cuerpo, es decir tiene la función de expulsar al exterior lo que el cuerpo no necesita. En estado de estrés, la atención está puesta en la huída, desde este lugar las vías de excreción están bloqueadas pues la necesidad es escapar.
Desde este lugar psicoemocional ponemos en marcha nuestros mecanismos de defensa que son los medios psicológicos que utilizamos para dar solución al conflicto, donde oscilamos entre la exigencia del instinto y la adaptación al medio.
Estos mecanismos pueden ser eficaces o neurotizarnos hasta el punto de insensibilizarnos emocionalmente y consecuentemente vamos anestesiando nuestra frontera con el exterior, la piel, en un intento de que nada nos afecte y cause dolor.
Estos recursos los utilizamos de forma inconsciente y se van estableciendo como “nuestra manera de actuar o reaccionar”, estableciéndose poco a poco, donde llegamos incluso a sentir y normalizar que salimos al mundo con una coraza.
¿Qué ocurre con el placer en nuestro cuerpo de mujer?
Como he comentado, hay una relación directa entre las emociones y nuestra piel.
Ésta es la frontera que nos separa físicamente del entorno, si ésta está “cerrada”, es decir, no estamos emocionalmente disponibles o abiertas, necesitaremos estímulos cada vez más fuertes o intensos para sentir el placer en los casos de ciertas prácticas sexuales intensas y parafilias o un estímulo más contundente o agresivo como es el caso de las personas que tienen un umbral del dolor alto.
Por tanto esta dinámica va a afectar sí o sí al sentido del placer vivido y percibido en nuestro cuerpo, por insensibilización parcial o total de nuestra piel, extendiéndose a de nuestra genitalidad junto a nuestro órgano estrella del placer como es el clítoris.
La buena noticia, es que puedes despertarte al placer de dentro hacia afuera, desde un lugar libre, consciente, respetuoso y amoroso hacia ti misma.
¿Deseas despertar al placer?
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